El hombre de Chamba
Ramiro Anaya originario de Zepayautla, México, había pasado largas temporadas en los Estados Unidos y regresó en el mes de julio de 2009 al pueblo donde nació, a su querido Zepa, una comunidad ubicada en lo alto del municipio de Tenancingo.
Personaje trabajador, "de chamba" que cuando así lo decidía podía pasarse semanas completas sin descanso, dedicado a las labores del campo en los terrenos que tenía su familia por Coatepequito y por el lado de San Simonito. También le agradaba ayudar a unos amigos de Xochiaca que tenían terrenos por la Compuerta, el antiguo depósito que impulsaba el agua de la Planta de Luz.
Es así como a inicios de agosto se fue a trabajar por los Coamiles (terrenos con troncos, de muy difícil cultivo) ubicados por la Compuerta, rumbo a San Simonito y colindando con Xochiaca, fueron a tablear el maíz, pero la yunta no accedía a la totalidad del terreno y mucho del trabajo se tuvo que hacer con azadón, a fuerza de trabajo, a fuerza de manos.
Ahí sus compas corroboraron que "el hombre de chamba" no había perdido sus habilidades de pueblo por irse a los EU, trabajó a la par de todos, llegando desde antes de las 7:00, mientras llegaba a la milpa vio como salía el sol por el lado de Xochiaca, llegó temprano y no se echó para atrás en el arduo trabajo del azadón para arrimar a las matas de maíz la segunda capa de tierra (tablear, pues la primera es la escarda)
Sus botas se llenaron del rocío de una llovizna de la madrugada y eso lo llevó a recuerdos de unos diez años atrás cuando con 26 años siempre andaba con las botas mojadas y la parte baja de los pantalones llenas de rocío.Como a las 8:00 de la mañana volteó a divisar al Este, al poblado de Xochiaca y vio como salían tiras de humo de muchas casas, -han de ser las señoras que inician en sus clecuiles a calentar el desayuno- pensó, y le dio mucha hambre pues no había desayunado bien por llegar temprano. Volteaba constantemente a ver como más casas de Xochiaca aventaban suaves bocanadas de humo conforme transcurría la mañana de verano.Lo que a él le parecía mágico después de muchos años fuera de esos pueblos, a sus otros compas les parecía normal.
A eso de las 12:00 por fin detuvieron el trabajo y llegaron unos tacos de frijol, de ese cultivado en ese mismo terreno el año anterior, y trozos de chicharrón de Zepa, con queso, aguacates y pápalos del mercado de Tenancingo, y una deliciosa salsa roja.
Todo eso ya era para Ramiro "el hombre de chamba" un paraíso gastronómico que quería rememorar, pero le esperaban más sorpresas, entonces le presentaron una garrafa de cinco litros de pulque -De Xochiaca, del que te gusta- dijo Roberto Estévez uno de sus compas desde la primaria.
Así junto a la yunta de un toro negro y uno pinto, sentado con sus compas a la orilla del surco, recordó lo sabroso que saben esos tacos con esa hambre especial y única que da cuando has trabajado la milpa.
Como a las 15:35 Roberto Estévez dijo; -No vamos a acabar, nos falta mucho, ya paremos-, pero Ramiro "el hombre de chamba" no estaba dispuesto a dejar unos cuantos surcos, -Tenemos que acabar- dijo mientras le metía más ganas al azadón.
Eso no pareció muy buena idea para los demás pues la tarde se los comió y salían surcos que parecía no estaban antes, más allá de las 17:30 fueron por fin terminando, dejaron al "hombre de chamba" caminando hasta el último, y entonces, se les desapareció.
En cuanto pudo tomó otra vereda, sus compas se fueron para arriba rumbo a Zepa, y él se fue por el canal de la antigua Planta de Luz, para Xochiaca, pues se le antojó una cerveza bien fría allá mismo, por esa vereda que se le hizo muy relajante, cruzó como un niño con los brazos extendidos los dos puentes antiguos, luego miró que en esas laderas junto al rio, había huertas de duraznos, aguacates y limones que no recordaba -Cuántas cosas cambian en diez años- pensaba.
De este lado de Xochiaca cambiaban los sonidos del río, se oían unas tórtolas cantar lentas mientras se iba el día, vio unos arbustos de jaras, aretillos y totojihuite y cortó unas hojas para recordar su olor, las puso en su nariz, y aspiró un aroma de otros años.
Ya empezaba a oscurecer cuando casi llegaba al viejo puente de piedra de Xochiaca y empezaron a salir muchas luciérnagas, tenía unos 12 años que no veía unas luciérnagas, así que aminoró el paso para verlas, algunas se acercaban y cruzaban incluso al alcance de su mano.
Subió a Xochiaca por una calle que recordaba que se llamaba Guadalupe Victoria donde también recordaba que casi al final había una tienda -Espero que aún exista- dijo con voz suave para sí mismo. Y sí, la tienda ahí estaba todavía, se tomó una cerveza que le supo a gloria, ahí se encontró con Gilberto Flores que lo reconoció, pues "el hombre de chamba" de Zepa dejó muchos amigos en Xochiaca antes de irse a EU.
¿Qué onda wey, cuándo llegaste? -Dijo Gilberto y empezaron una plática.Luego pidió una copa de Amargo de las que recordaba preparaban en esa tienda y se la prepararon, y ese sabor también le trajo recuerdos de esa mezcla de licores, y de los partidos de futbol con lluvia en las canchas de Zepa, en Zictepec, en Maxtleca, en Xochiaca, en Joqui.
Luego Gilberto ya no lo dejó tomar más y lo acompañó caminando a Zepa, porque "el hombre de chamba" quería caminar como en los viejos tiempos, así lo acompañó hasta casi el final del camino conocido como "La Costilla del Diablo" mientras escuchaba historias de ese camino, y no les importó la llovizna que iniciaba, luego se regresó a Xochiaca y quedaron que al otro día se tomarían unas cervezas en Zepa.
Ramiro Anaya "el hombre de chamba" fue llegando a su querido Zepa, caminando como en los viejos tiempos, a eso de las 20:35, un poco borracho, mojado, enlodado, muy cansado, pero sabiendo que había trabajado como nunca con sus compas, amigos desde la primaria y secundaria, muy satisfecho y con la sensación que era uno de los mejores días de su vida.
Foto:
Zepayautla (GOF:2007)
(23dic2020)
Por: Godofredo Oscós Flores
[Relato-Ficción
en pueblos con tradiciones y costumbres 100% reales)
(Cualquier
parecido con la realidad NO es coincidencia)
Escucha: Una vereda que me gusta andar
Escucha: Riachuelo